lunes, 23 de junio de 2008

Tender y entender

o


Cuando el cierre de seguridad hace ¡clic! comienza la función; ya ha acabado el programa de lavado. Entonces, me pongo en funcionamiento.

Abro la compuerta, y del tambor viene la fragancia de las cosas renovadas. Con aprendida soltura, la deposito en una cuba de plástico. Limpia y cansada, la ropa se deja hacer; ha estado dando vueltas mientras era lavada, y ahora la ropa desea descansar, contarse chismes y juguetear tendida en la cuerda. Las camisetas bromean con los calcetines, los pantalones viejos aconsejan a los nuevos cómo evitar las manchas, y la ropa interior se deja galantear por blusas y camisas.

(Ella está tumbada en el sofá, leyendo un zumo de naranja y bebiéndose un libro).

Antes de abrir la ventana de la galería, disimulo mi desnudez de verano con el delantal de tender; es una prenda que me cubre por delante y por detrás, lo justo para que parezca que estoy vestido. Las mujeres que se asoman a la galería me miran con una suerte de admiración indiferente: les gusta ver a un hombre tendiendo siempre la ropa, y además, en delantal. Los hombres que tienden la ropa me observan con envidia; les encantaría estar en mi lugar, pero aún no se atreven a ser felices.


(Me pide unos pistachos. Se los descascaro y se los llevo. Me mira y sabe lo que estoy haciendo; sin decirme nada, sonríe y me da un beso. Luego se enfrasca en la lectura y los pistachos).

Tender es un arte. Has de entender la textura de cada prenda, el lugar dónde puedes ponerle la pinza y estirarla sin daño ni tensión excesiva. Los novatos en estas lides ponen muchas pinzas, los expertos gustamos de poner las exactas, que siempre son pocas.

El orden también importa; primero las más pesadas, luego las más ligeras. Así mismo, es un ejercicio de solidaridad vecinal, ya que si ves una cuerda por debajo de la tuya con ropa seca, esperas a tender la tuya. Por eso mismo, cuando tu ropa está seca, cuando ya ha bailado con el viento hasta hacerse de nuevo merecedora de vestir a tu dama, has de retirarla con prontitud: el aire es de todos.


Hoy he tendido un juego de sábanas, servilletas y ropa blanca, que ahora está blanquísima. Cierro la ventana y me quito el delantal. Vuelvo a estar desnudo y -esta vez sin paréntesis- vuelvo al salón, donde me siento en el sofá. Ella pone los pies sobre mis piernas, y los principio a acariciar, mientras retomo la lectura de un libro y disfruto de otra deliciosa tarde de verano.

Leer más...

jueves, 19 de junio de 2008

Toda mujer necesita de sus golosinas

o
Soy muy golosa. Me encantan el chocolate y los bizcochos; pierdo la razón por las cremas y hojaldres. Mi adorador lo sabe de sobra. Viene del supermercado, se asoma con aire burlón a la puerta del dormitorio, y me enseña el helado que ha comprado.


Es de café capuchino... ¡riquísimo!: ya sabe lo que tiene que hacer. Se desnuda, se coloca de rodillas encima de la cama y abre el envase.



Me sitúo cómodamente a su lado; hunde su poderoso miembro en la helada materia. Observo como el escalofrío invade su cuerpo y su piel se torna agallinada. Me río. Dirige su pene cargado del apetitoso manjar a mi boca: mmhh... ¡exquisito!

¿Por qué utilizar una cuchara y sentarme a la mesa, cuando puedo disfrutar de tantos placeres en uno? Como hasta saciarme; tranquilamente, pues si yo no tengo prisas, nadie las tiene. Cuando mi estómago me da la señal, le indico que pare.

¿No os apetece masturbaros después de comer? ¡A mí después de la merienda me encanta! Se lo comento a mi adorador, y acto seguido va al cuarto de baño. No le estoy viendo pero puedo intuir lo que hace: lava su azucarado pene con agua y jabón y coge un bote de aceite de masaje.

Vuelve al cuarto, me entrega el bote y se coloca a cuatro patas en el suelo... ¡Mi lindo gatito! Unto el aceite por su espalda hasta que la piel lo absorbe bien, y me monto a horcajadas; inicio mi masturbación, restregándome contra él ¡Que bien lubricadito está!... es maravilloso. Poco a poco, mi placer aumenta e imprimo el ritmo. Al final, el orgasmo me destroza; quedo extasiada.

Mi adorador se levanta y retira las sabanas. Yo me introduzco dentro y me tapa. Me quedo dormida como un lirón y él regresa a la cocina.

¡Después de masturbarme me entra un sueño!

Leer más...

martes, 17 de junio de 2008

Exhibirse

o

o
A ella le gusta exhibirse.


Desde mi punto de vista, es un juego cómplice y tórrido. Sus encantos no se esconden ni realzan ni maquillan: sencillamente, se muestran.

Ella busca miradas que se claven con inesperado goce en su coño. Es una exposición de arte, donde sus pezones exactos -duros por el placer de ser vistos-, reciben críticas tan elogiosas como sor-prendidas y prendadas.

Desde su punto de vista, es también un juego cómplice y ardiente. Para ella, no tendría sentido exhibirse si yo no sé que lo hace; sería como celebrar una fiesta sin el anfitrión.

Desde el punto de vista de los demás… Bueno, tienen la mejor vista y la mayor suerte, eso es indudable. Eso sí, nada menos y nada más; nunca ha permitido que la toquen. A ella le gusta enseñar, provocar, poner caliente al personal: sentirse deseada y saberse poderosa. Para calmar su sofoco y aliviar su excitación me tiene a mí.

Hay veces que es una obra de teatro: ensayamos antes en casa la mejor postura para que se vea bien, elegimos el vestuario adecuado, inventamos personajes.

Otras, es un juego al revés: ella se viste para mí y se desnuda para los demás. Cualquier desconocido afortunado puede contemplar su sexo o sus pechos, mientras a mí me está vedada su visión. Cuando llegamos a casa, una venda de raso sigue prohibiendo a mis ojos lo que su capricho permite a mi lengua, que se entrega a satisfacerla.

Ella llega, y puede que entonces me permita correrme, siempre de rodillas, siempre dándole las gracias. Doble sensación de poder; cualquiera se recrea con sus tetas atrevidas, con su coño generoso. Yo, en cambio, me masturbo con su pie, su hombro o –cuando está generosa-, con sus muslos. Gracias, dama, mil gracias.

A ella le gusta exhibirse. A mí me encanta que lo haga.

Leer más...

domingo, 15 de junio de 2008

El decálogo de la dama (II)

o


- Los 5 siguientes puntos del decálogo...La Dama "privada".


6- Odio hacer las tareas de la casa y por eso mismo mi adorador siempre está dispuesto a cumplirlas todas. Es bastante raro que tenga que exigírselo porque, antes de que yo pueda apreciar una mota de polvo, él la habrá hecho historia (limpieza, economía doméstica, compras, lavadoras, plancha...). Es el mejor invento jamás creado por la naturaleza... ¡que le den por saco a la Polti!

7- Es un excelente cocinero y repostero. Sabe cuales son mis platos favoritos y además cumple las labores del mejor de los nutricionistas; dieta sana y equilibrada. No tengo que poner un pie en la cocina (primeramente porque no me da la gana y segundo porque él lo hace gustosamente antes de que yo inspire aire) y él se encarga de poner y quitar la mesa y el lavavajillas. Se mueve como pez en el agua entre los puestos de frutas y verduras y en las grandes superficies comerciales, sabiendo qué comprar al mejor precio pero sin menospreciar la calidad.

8- Me ayuda con las obligaciones del trabajo y/o los estudios y los recados externos más aparatosos. Pasa al ordenador textos y apuntes, elabora documentos e informes por mí y para mí, va a la biblioteca a por los libros que necesito, se ocupa de los asuntos bancarios sin tener que desplazarme, va a la tintorería a recoger mi traje de chaqueta, a comprar el regalo de cumpleaños de mi mejor amiga...

9- Mi adorador no sólo me libera de los deberes más pesados y pringosos, sino que me regala todos los momentos de relax que yo le pida y siempre atiende mis caprichos. Sabe dar masajes corporales con aceites, cremas y geles; después de un duro día fuera de casa, no hay nada mejor que una sesión de caricias completa sobre la cama, con un poco de incienso o un buen baño con sales, espuma y velas... También resulta delicioso un tentempié nocturno y un masaje de pies para olvidar la tortura de los tacones cuando vuelves de juerga con tus amigas una noche de sábado, habiéndose quedado él expresamente en casa para ese menester (a pesar de que podía haberse ido con sus amigos por ahí).

Sabe hacer pedicuras y manicuras, lo que supone un ahorro de tiempo y dinero para su Dama, lava mi cuero cabelludo y me frota el cuerpo con la esponja, hace de mi asesor personal aconsejándome que ropa me queda mejor en función de mis gustos y hasta puede ayudarme a vestirme (siempre que yo lo quiera así, claro está).

Sale de compras conmigo sin rechistar e incluso me obsequia con un montón de regalos (unos vaqueros, una colonia, un conjunto de ropa interior, el último número de rimmel resistente al agua, un CD de música, un libro, una caja de bombones...). Yo no controlo sus cuentas, pues recuerdo que se trata de una persona independiente con su propio espacio, pero son tantos los deseos de complacerme, que tendré las manos llenas de bolsas antes de que me pueda dar cuenta.

10- En el ámbito puramente sexual, que es el protagonista real de este artículo, todo se transforma en cuento… de damas ;-) Mis orgasmos están por encima varios niveles de los suyos propios, por eso mi adorador se caracteriza por ser un AMANTE de pies a cabeza.

Una Dama inconsciente puede disfrutar de las relaciones sexuales, pero cuando conoce a su adorador se transforma de pronto en multiorgásmica porque por fin ha dado con la persona adecuada, dispuesta a adaptarse a lo que REALMENTE como mujer ella desea: sexo oral -5 minutos, 20, 40, una hora, dos horas...-, masturbación, vibradores, consoladores, juegos de roles, posturas, caricias, besos, morbo, deliciosa perversión...¡Está dispuesto a hacer lo que sea! (siempre desde un mutuo acuerdo y sin pasar a la humillación-sumisión extrema en nuestro caso). Su placer es mi placer, por eso no existe el tiempo cuando se trata del goce de su Dama. Yo decido cuando y cómo practicarlo. No me siento obligada a tenerlo ni todas las noches ni una vez al mes...sino cuando me lo pida mi libido.

Mi adorador además, cuida su cuerpo y su figura y siente la necesidad de ajustarse a mis gustos corporales masculinos. Si quiero que se depile, lo hace, si me apetece que tonifique su cuerpo y vaya al gimnasio lo hará también, si deseo que limpie la casa con tan sólo un delantal mostrándome su apetecible cuerpo, no rechistará en hacerlo...claro que cuando haga eso no podré contenerme y tendré que indicarle que deje la fregona y me practique una buena sesión de sexo oral...¡ayyysss! es lo que implica ser una Dama, tendré que proseguir con la lectura de mi revista más tarde y él con la limpieza después.


Pero sin duda alguna, lo mejor de la DF es, que puede tomarse como una forma de vida o como un juego temporal. No es ni mucho menos necesario enfocarlo como una doctrina o algo excesivamente serio. Tan sólo se trata de nuestra diversión y disfrute y por eso cada pareja pone sus normas y elige cuanto tiempo desea practicarla.
A mí también me gusta convertirme de vez en cuando en su puta, y ser yo la que le sirva o simplemente no practicar durante un tiempo ningún jueguecito.

Aunque debo confesar, que cuando te encuentras con tu Dama interior, es muy difícil desengancharse del rol, y cada vez te haces más consciente de las ventajas que implica y de lo realizada que te sientes como mujer dominante (y él, encantado de que así sea y sin ganas de parar).

Yo ya he encontrado a mi adorador perfecto....¿y tú?

Leer más...

viernes, 13 de junio de 2008

El hombre-plancha

o









DE VIENTRE LISO Y BRAZOS BIEN TORNEADOS, el hombre-plancha gusta del vapor y el calor, y se desenvuelve a la perfección en cuartos de plancha y tardes de domingo. Se alimenta de ropa recién lavada y bebe agua destilada (a veces, ligeramente perfumada), y su dieta básica consiste en camisas, camisetas y pantalones, celebrando como un festín el planchado de trajes y ropa delicada.

Esta especie tiene su hábitat en territorios donde la hembra ejerce su poder; así, el hombre-plancha, precisa aparearse con una mujer-dominante, ya que su instinto complacedor y su sentido de la adoración le impulsan a buscar entre las hembras de su ecosistema aquellas más dispuestas a dar órdenes y recibir privilegios.

Investigaciones de campo aún no han podido determinar si es el hombre-plancha quien selecciona a la mujer u ocurre al revés; en todo caso, sus rituales de cortejo consisten en una prueba que la mujer-dominante le pone para que acredite la sinceridad de sus intenciones, de resultas que, cuanto más severa y caprichosa se muestre en el cortejo la mujer-dominante, más pronto y decididamente se ofrece el hombre-plancha.

La mujer-dominante suele estar presente durante el planchado, a veces contemplándolo como un relajante espectáculo, otras de forma despreocupada, mientras lee un libro u hojea una revista. Hay ocasiones en que la mujer-dominante se adormece en el fragante olor de la ropa, llevándole el psss psss psss intermitente del vapor de la plancha a un dulce y nebuloso sopor. Otras veces, la mujer-dominante prefiere realizar actividades fuera del hogar durante el planchado, añadiendo de este modo una secreta complacencia a tomarse un café con los amigas, ir de compras o ver una película.

Pero no todo es diversión en la vida de la mujer-dominante: ha de supervisar el trabajo del hombre-plancha, y mostrarse inflexible con las arrugas o descontenta con el ritmo de planchado. Un hombre-plancha precisa de autoridad y justamente por eso -consciente o inconscientemente- la pone a prueba, rebelándose. En tal caso, la mujer-dominante se ve compelida a imponer correctivos, proporcionados a la falta cometida: el planchado de la totalidad de la colada –sábanas y trapos de cocina incluidos-, planchar la ropa de las amigas o aplicar un número de azotes ajustados a las arrugas encontradas, harán de su hombre-plancha un servidor más eficiente y agradecido, y por ello mismo, inmensamente dichoso.






Leer más...

jueves, 12 de junio de 2008

El decálogo de la dama (I)

o










¿POR QUÉ ME SIENTO UNA DAMA? Lo explico en 10 puntos. En esta primera parte, hablaré sobre el aspecto externo o público de sentirse dama.

- Los 5 primeros...cuando tu dama se manifiesta públicamente:

1- Porque soy consciente del poder que ejerzo con mi físico sobre los hombres y me encanta (ellos no producen el mismo efecto en mí, por muy guapos que sean, pero yo sí que percibo como se doblegan en forma de piropos y miradas).

2- Porque gracias a estos encantos físicos se postran ante mí. Hay muchas maneras de postrarse: abriéndote una puerta, llenándote el vaso de agua cuando está vacío, cediéndote su chaqueta en una noche fría...

3- Porque cuando converso con ellos sobre temas diversos (ya sea política, sociedad, cultura...etc.) se dividen en dos bandos claramente diferenciados, como cuando Moisés separó en dos masas de agua el mar Rojo:

- Los que se sienten intimidados y se alejan y/o te evitan.

- Los que ponen los ojos como platos y se sienten atraídos hacia ti como si además de dama, fueses un imán.

En este segundo grupo, están los adoradores potenciales (o más curtiditos, en busca de damas potenciales o con experiencia). Valoran tu cerebro de dama, pero no pierden de vista tu escote ;) Tanto en un caso, como en el otro, las grandes seguimos siendo nosotras.

4- El hecho de ser damas, no implica que nos bailen el agua, sino que los auténticos adoradores buscan retarnos, incluso sacarnos de nuestras casillas para engrandecernos más. Les excita nuestra auto superación y por eso nos pondrán a prueba. Nosotras somos las que elegimos cuando, cómo y dónde, pero eso no implica llevar siempre la iniciativa... sería aburrido.

5- Porque la mayor satisfacción existente, es cuando por fin logras hablar sin pelos en la lengua con un adorador sobre el asunto, y hay una declaración de intenciones. Para mí, una relación dama (D)-adorador (A) implica compromiso y fidelidad. Él es exclusivamente mío y sólo me colma de atenciones a mí. ¡Que lo hubiera encontrado antes otra! Por su parte, él sabe de sobra que dama no hay más que una; la suya, o sea YO.

Pronto podréis leer los 5 puntos de la dama “privada”. Hasta pronto ;-))


Leer más...

miércoles, 11 de junio de 2008

Cuitas de la intimidad







o

o

o
o

o


HACE UNA ESPLÉNDIDA TARDE DE DOMINGO. Ella se siente feliz y optimista. Se ha dado una ducha refrescante y se ha embadurnado con una colonia que lo es aún más.

Vaqueros desgastados, zapatillas de suelas despegadas y... ¡hoy no se pone sujetador! piensa mientras se aplica un poco de rímel en las pestañas.

Ha quedado con Fede Mantovani; ese excéntrico ítalo-español, amante de las pequeñas obras de teatro, las tapas, la nicotina y sobre todo de las mujeres con carácter.

A ella le vuelve loquita y además hace dos meses que no le ve; por tanto, deberá emplear toda la artillería pesada.

Coge el bolso, las llaves y cierra la puerta de su casa tras de sí.

La vivienda está silenciosa, ni siquiera el sonido de los relojes perturba el equilibrado sosiego, porque no existen. A ella no le gusta controlar el tiempo cuando está en su espacio.

De pronto, el primer cajón del sifonier de su habitación se abre como por arte de magia: un sujetador, blanco y de encaje, se sitúa de un brinco encima de la cama.


La delicada prenda se despereza estirando ampliamente sus tirantes:

- ¡Ésta hoy ha salido a matar, porque no se ha pasado a visitar el cajón en todo el día!

Un culotte colorado y contagiado por una varicela blanca, se coloca en el borde del cajón:

- Pues no te creas que lo tengo yo tan claro, porque se ha dejado a éste aquí.

Con aire distraído, mira de reojo al interior del cajón: un tanga tímido y menudo, de color gris y estampado de piel de serpiente, se asoma con sumo sigilo al exterior, tomando su puesto al lado de su llamativo amigo rojo.

- ¡Hijito!- exclama el suje-, cada día estás más canijito y consumido. Si al hecho de que ya eras así, le añadimos los centrifugados, un día te nos vas a quedar en el chásis.

- Bueno, ya sabes el contraste que imprimen las mujeres a la ropa interior según sus gustos; abajo no les hacemos falta, y arriba optan por las voluptuosidades.

El sujetador muestra con orgullo sus abombados rellenos y sonríe.

- Sí, sí... pero a la hora de la verdad, parece ser que lo natural tira mucho más -apunta la braga con ironía.

- Bueno, bueno... tampoco los culottes jugáis tanto protagonismo, pues tapáis demasiado-se defiende-, sois extraordinariamente aparatosos.

-Pero muy funcionales -declara-, somos como el mejor amigo que no traiciona sino todo lo contrario; mantenemos en su sitio las redondeces que se adquieren a lo largo del año, y no las dejamos en evidencia como el tanga. ¡Oh! discúlpame amigo, pero convendrás conmigo en que no siempre una mujer desea sentirse descubierta a la pasión, sino verse estilizada.

- Cierto, cierto -asiente "el pitón"-, hay días en los que los culottes aportáis calma y serenidad.

- Bueno -contraataca con énfasis la a-BRA-bada prenda-, gracias a nosotros, la mujer puede lucir las redondeces en sitios más estratégicos como los pechos. Y que no posee, de por sí, cuando se desentiende de nosotros...

- Ya claro, tampoco entiende mucho de "redondeces estratégicas" el individuo que se postra ante ella y los observa desnudos desde la fría lejanía abaldosada.

Si no fuera porque hablamos de trozos de tela tintados, se podría decir que el sujetador se está tornando más rojo que el culotte.

- ¡ A ti sólo te saca del cajón cuando está con la menstruación !

- Y tú eres un hipócrita mentiroso que no va con la verdad por delante...¡bueno por delante sí que vas!

- Te compró tirao de precio en las rebajas...

- Y tú le causaste tal agujero en el bolsillo, a pesar de ir acomodado en las tetas, que ni yo jugueteando con una aguja de ganchillo.

- ¡Vale, vale! -se hizo escuchar el tanga-, Amigos, seamos honestos; la mujer es hermosa por naturaleza, simplemente por el hecho de haber nacido como tal.

Cualquier hombre cuerdo, que se defina como amante de la vida y de sus rasgos más bellos, sucumbirá ante una mujer que muestra sin miedo sus cualidades, y ante eso no podemos hacer nada más que resignarnos.

- Cierto, sin duda alguna.

- ¡Ya lo creo que es así!

- Eso no quiere decir que nosotros no aportemos nada de sustancia a la salsa de la seducción y a la menestra de la practicidad, que acompañan al plato principal.

El culotte y el sujetador se miraron y sonrieron.

Nuevamente, el sonido de la puerta principal, seguido de una ruidosa tormenta de carcajadas y murmullos, les puso en alerta, haciéndoles regresar a su preciado espacio de madera.

Al cabo de cinco minutos el cajón se abrió, y nuestra protagonista introdujo a toda prisa un conjunto de braga y sujetador a rayas de colores. A continuación cerró el cajón, y no transcurrió mucho tiempo hasta que se pudieron escuchar las risas renovadas y los muelles de la cama.

Los nuevos visitantes se incorporaron enérgicamente y comenzaron a insultarse:

- ¡Papanatas!

- ¡Falso!

Ya ves -susurró el culotte-, para lo que les va a servir...Con suerte conseguirán que les de el aire entre semana.

El tanga y el sujetador asintieron.

Leer más...

lunes, 9 de junio de 2008

No canto por pájaro ni por flor

o








o
No chant per auzel ni per flor
Ni per neu ni per gelada,
Ni neis per freich ni per calor
Ni per reverdir de prada;
Ni per nuill atr’esbaudimen
Nonchan ni non fui chantaire,
Mas per midonz, en cui m’enten,
Car es del mon la bellaire.
No canto por pájaro ni por flor,
ni por nieve ni por helada,
ni tampoco por frío ni por calor,
ni por el reverdecer del prado;
ni canto ni fui cantor
por ningún otro alborozo,
sino por mi señora, a quien sirvo,
pues es la más hermosa del mundo.

Raimbaut D’Aurenga (siglos XII-XIII)

Leer más...

domingo, 8 de junio de 2008

El desayuno

o


COMPLACER A UNA MUJER es un conjunto cotidiano de acciones. Cada día es un collar, donde se van hilvanando, una a una, las perlas de la satisfacción. La primera perla es el desayuno, ritual de adoración tan provechoso como simbólico.

Me levanto antes que ella, con delicado sigilo, para hacerle el primer regalo: unos minutos más de sueño.

Luego, me dirijo al baño, donde me ducho y afeito. Vuelvo a la habitación y me visto en silencio. Me gusta contemplar cómo duerme.

Bajo a por el periódico. Nos gusta comentarlo mientras desayunamos, y a ella le encanta saber que ya he estado en la calle en tanto ella dormía; es un pequeño matiz que subraya mi entrega.

Ya en la cocina –mientras escucho, aún adormilado, las noticias-, me muevo con perezosa soltura. Mi dama es de gustos sencillos, sabrosos: yogur, pan integral con mermelada y zumo de naranja. Yo varío de un día para otro, me cansa desayunar siempre lo mismo.

Nada más entrar al dormitorio, hay una pequeña mesita donde deposito la bandeja; ese ruidito sí lo percibe ella, que se remueve entre las sábanas. Subo la persiana, sin descorrer las cortinas. Ella me mira por primera vez. Nos damos un beso, ella se incorpora y acerco la bandeja con el desayuno. Siempre acompañado del periódico, unas veces de una flor, otras de un poemita de buenos días.

(Hay días que desayuno antes, y le doy un masaje en los pies mientras ella toma su zumo. Me gusta vestirle; a veces, he de hacerlo con los ojos vendados, pues hay temporadas que no me está permitido verla desnuda).

Nos informamos de cómo va ir nuestro respectivo día laboral, hacemos planes y ella sobre todo se informa detalladamente de los míos; entonces, me pide con naturalidad que los cambie a su conveniencia, o me deja a mi aire, según el punto que le de. De sus planes, muchas veces conozco poco; tan sólo me dice “Llegaré hoy a la noche” o “Por si acaso, ten preparada la comida, pero no me esperes para almorzar”.

Lo recojo todo, y nos vamos a trabajar. La primera perla ya ilumina el día y se hace sonrisa: la promesa de ser el orfebre de su felicidad se ha renovado.

Leer más...

viernes, 6 de junio de 2008

Pasen y lean...

o
TOC, TOC...SOY UNA MUJER A LA QUE LE GUSTA SER DOMINANTE.

Empezaré por la cuestión principal; la sexualidad. Es un término muy complejo, que abarca muchos campos y temas diversos -biológicos y culturales-, por ello, y sin querer extenderme, me centraré en el rasgo del concepto que más me interesa: experimentar con nuestra sexualidad nos produce placer, y el placer nos torna en seres dichosos y felices.

Sin entrar en la evolución histórico-cultural de la sexualidad, me situaré en nuestra época actual, en la cual podemos asegurar que, en términos generales, vivimos nuestra sexualidad de una forma bastante libre.




La libertad en la sexualidad no implica la ausencia de normas, sino todo lo contrario: las normas ayudan a ser libres. Estas normas pueden ser inamovibles, flexibles y/o cambiantes. Los factores que influyen en este hecho, vuelven a ser de carácter cultural, en función de los valores, creencias y experiencias acumuladas de cada persona.

En este punto, vuelvo al preciado tema que me impulsó a empezar con este artículo, y que es el hilo conductor de este blog: la dominación femenina (DF).

DOMINACIÓN FEMENINA; PLACER Y COMPLACER.

La DF es un modo de entender y vivir la sexualidad regido por dos sencillos principios:

- El placer de la mujer es ser complacida por el hombre.

- El placer del hombre es complacer a la mujer.

Ambos principios se complementan e interactúan, se refuerzan y estimulan. A veces, pueden incurrir en contradicciones, paradojas y resultados imprevistos; no importa, esto le da sabor y sustancia al puchero de la intimidad. Y bueno, siempre -repito-, s-i-e-m-p-r-e, es delicioso. Si la mujer recibe y el hombre da, ambos están satisfechos. Y no quiero convencer a nadie, sólo escribir sobre algo que me apasiona. Esto es así; simplemente, funciona muy bien.

La DF es una variante más para experimentar y vivir la sexualidad, y tiene sus propias normas; además, aquí las normas son de vital importancia, ya que, al fin y al cabo, para tomar sentido ha de realizarse en grupo (un grupo esta conformado como mínimo, por dos personas) y toda unión de personas requiere de un consenso en las formas de actuación, para lograr la consecución de los fines de manera agradable. Y en el caso de la DF hablamos de diversión, placer, risas y felicidad…
¡Qué bonito! pero,


¿ESTE BLOG, DE QUÉ VA?

Si echamos un vistazo a internet, observamos que en temática DF hay de todo. Hay blogs basados en la experiencia cotidiana-subjetiva, otros desarrollados con un punto de vista más científico -con tendencia a objetivizar el asunto-, y también están los elaborados por puristas normativos. Finalmente, podemos encontrar los que destacan por su eclecticismo en las normas a la hora de ejecutar los roles y prácticas.

Podría decirse que este blog está encuadrado dentro de la tendencia DF subjetivo-ecléctica (aunque contamos con referencias histórico-bibliográficas que respaldan nuestras prácticas y que nos sirven como reflejo de los gustos sexuales de antaño).

Sin más entretenimiento, pasaré al meollo del asunto…


… DE LA D/s A LA D/a.

Habitualmente, la DF se ha venido considerando una parte del todo llamado D/s, esto es, Dominación/sumisión. La DF se complementaría con la DM (o dominación masculina), donde es el hombre quien lleva el rol dominante.

Bien, ya es hora de cambiar.

Me gusta el término dominación, pero no me gusta el término sumisión. Lógicamente, me gusta ser una mujer dominante, pero no me gusta un hombre sumiso. Soy exigente -aunque muchas veces no lo parezca-, y necesito una persona a mi lado, un hombre a quien admirar y un amante a mis pies. Y los tres han de ser uno sólo. No me conformo con menos: quiero un adorador.

Por ello, practico la D/a, la Dominación/adoración. Yo soy una Dama y tengo un adorador. Las demás, que hagan lo que quieran.


LA DAMA Y EL ADORADOR.

El diccionario de la RAE, en su vigésima edición dice:

dama.

(Del fr. dame, y este del lat. domĭna).

1. f. Mujer noble o distinguida.

Y también dice:

adorador.

(Del lat. adorātor, -ōris).

1. adj. Que adora. U. t. c. s.

¿No es exquisitamente sencillo? Además, dama es una palabra sustantiva, y adorador es un adjetivo, con lo que hasta gramaticalmente cada cual está en su sitio.

Sólo una mujer puede tener la categoría de dama. Somos seres delicados, refinados, llenos de gracia y rebosantes en inteligencia. Pero también somos fuertes, poderosas, decididas y, sobre todo, muy pero que muy exigentes.

A estas conclusiones he llegado, en primer lugar, porque soy dama, y en segundo lugar porque he podido interactuar con otras muchas como yo (”sólo sabe la ladrona las que son como su persona”).

Las damas, como he aclarado, lo somos porque lo llevamos muy dentro, pero también nos caracterizamos como tal, porque tenemos una figura junto a nosotras que realza nuestras características aún más si cabe: el adorador.

No hablo de un “perro” o un “sumiso”, sino de algo mucho más importante. Un adorador no es un pelele, sino nada más y nada menos que un hombre dispuesto a complacer a su dama.
Ha de ser resistente, seguro de sí mismo, eficiente, con iniciativa…Pero además tierno, cuidadoso, considerado, encantador, detallista e innovador.

Sólo unidos estos dos roles, se puede entender el significado de lo que significa e implica para mí la D/a.

¡Tranquilas, mujeres! Es probable que muchas de vosotras no hayáis descubierto la dama que lleváis dentro (no, no intento venderos ningún producto televisivo, esto es algo mucho más relevante) pero debéis saber que todas la tenemos.

Yo no era consciente de mi potencial, hasta que, por casualidad encontré a mi adorador: no es la dama la que siempre elige, sino que muchas veces es el adorador quién te abre los ojos y te hace consciente de tu condición.

¿Interesante, verdad? Pronto seguiremos con lo que he venido en llamar el Décalogo de la Dama.

Leer más...