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30/06/2010
Por la mañana no gran cosa puesto que tenía que llegar a las 8 al despacho. Al salir he ido al super y en mi nuevo modo adorador, mientras hacía la compra, he pensado en ella y le he comprado unas revistas que al llegar a casa he dejado en su mesita de noche y unas paraguayas que sé que le gustan, pero que nunca pienso en comprar porque es una fruta que a mí no me atrae nada de nada.
También he pensado que necesitábamos algo de simbología, como la lacística, pero tenía que plantearlo de manera delicada, sin imposiciones. Esto es muy importante, puesto que si uno empieza a hacer peticiones entonces ya no eres un adorador sino un hombre que quiere que su mujer realice ciertas prácticas sexuales que a él le gustan y a ella probablemente no. Y, como he dicho, acababa de entender que eso es totalmente erróneo.
Lo que he hecho es comprarme un “uniforme”, que consiste en unas zapatillas blancas.
Ella al llegar se ha encontrado con todos los detalles, la revista en su mesita de noche, la cama hecha, la comida, la compra, vaya todo lo que me ha dado tiempo. Eso ha ido muy bien para que fuera sintiéndose más cómoda con la nueva situación.
Al mediodía ha llegado el momento. Ella estaba tumbada con su revista y le he dicho que tenía más cosas; que si quería podía venir al despacho a verlo. Por supuesto ha venido entusiasmada. Una vez encerraditos, le he dicho que me he comprado un uniforme y que si me quería ver con él puesto.
Me he quitado toda la ropa y me he calzado con mis zapatillas blancas.
Nos hemos tumbado en el sofá y le he explicado como irían las cosas si ella estaba de acuerdo, claro:
-A partir de ahora cuando lleve puesto el uniforme, significa que tú te relajas mientras yo hago las tareas que tú requieras. Ese será tu momento, por tanto te pones a leer una revista, a ver la tele a contestar el correo o lo que te apetezca. Por supuesto si necesitas algo urgente y no es la tarea que me he puesto a hacer, pues me dices lo que es y ya está. Por supuesto, si no lo llevo puesto, siempre puedes pronunciar las palabras mágicas: “ponte el uniforme”.
-¿Pero esto cuanto va a durar?
-(En una conversación anterior le había prometido una semana) Pues hasta el lunes, ya quedamos en eso ¿No?
-Una semana es muy poco, yo quiero más.
-¿Dos semanas? ¿Todo el mes?
-No, un año.
Yo he puesto cara de “Ale, qué bestia”.
-Bueno, pues hasta julio del año que viene.
-Vale.
-Ah, y otra cosa.
Ella ha puesto cara de gran expectativa.
-¿Más?????
-Sí, verás, no quiero que esto sea un jueguecillo por horas. Que no lleve el uniforme significa que estoy trabajando o el niño delante o lo que sea, pero mi entrega a tí es todo el día, toda la semana. Y para que esto quede claro te cedo el control de mis orgasmos.
A partir de aquí me he quedado realmente asombrado, porque las ideas por primera vez le venían a ella y no eran cosas mías. Primero ha propuesto que podría comprarme zapatillas de distintos colores y que cada color significaría una cosa. Lacística!!. Juro que no he comentado nada de esto. Y después, con cara de mala, me ha dicho que qué pasaría se me deja tres o más días sin orgasmos. Yo le daba el control, pero lo de dejarme en abstinencia ni lo he insinuado. Estoy feliz.
Esta noche he vuelto a repetir el masaje de pies mientras ella miraba la tele, cuando se ha acabado el programa he empezado con un cunnilingus y después de su primer orgasmo, penetración y más cunnilingus. Hoy ya me ha privado de mi orgasmo. Ella me dice que hoy ha sido su orgasmo más intenso.
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