lunes, 10 de noviembre de 2008

Contemplación




Existe el placer de cuidar los pies de una mujer. También está el placer de besarlos y lamerlos. Ambas actividades son un privilegio; quien lo probó, lo sabe.

Más tarde, una vez acabada la labor, ver cómo lucen sus pies -el brillo del esmalte, la tersura de la piel-, es premio inigualable. Porque contemplar es adorar; quien lo hace, lo sabe.

Cuidar y observar: verbos conjugados de rodillas o en cuclillas, acentuando nuestra dedicación.

Ella, mientras, sonríe.

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