miércoles, 1 de abril de 2009

Turismo

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Yo voy a la cocina para hacer turismo. Me acerco con curiosidad a ese país limpito de ricos olores. Allí viven, en edificios llamados despensas, botes de cereales y legumbres. Las frutas y verduras habitan La Nevera, un blanquísimo palacio de invierno eterno; en las alacenas y cajones, platos, vasos, copas y cubiertos esperan el momento de acompañar manjares y líquidos sabrosos, para luego ser recompensados con una estancia en un balneario que allí llaman lavavajillas.

En este curioso país, hay un habitante que destaca por encima de los demás. Su indumentaria es exótica y diríase que algo desvergonzada, pues consta la mayor parte de las veces de un simple delantal, cuando no está directamente desnudo. Eso sí, tiene una bonita colección de delantales, a la que contribuyo obsequiándole de vez en cuando con alguno cuando le visito.

Tiene costumbres extrañas -aunque provechosas-, que son agradables de contemplar, como verle traer las bolsas de la compra y distribuir su contenido ordenadamente, hacer el desayuno, la merienda y la cena (¡sí, chicas, él lo hace, y además con gusto!), activar el balneario o apretar botones de algo creo que se llama lavadora -¿será porque mediante ella me adora?-, de la que saca la ropa fragante y limpia.

Las pocas veces que viajo a la cocina, el habitante se muestra muy agradecido: suele darme la bienvenida con una poderosa erección, visible por su desnudez o aún más evidente si está imposiblemente disimulada por el delantal. Yo lo toco o lo manoseo a mi antojo, pero procurando que no se despiste de sus quehaceres: no quiero distraerle de su principal y necesaria ocupación, que es cocinar.

¿Qué significa este verbo? Chicas, yo tampoco lo sé. Y es que el idioma del habitante de la cocina está plagado de palabras para mí incomprensibles: batidora, exprimidor, detergente, olla, lavar, licuadora, estropajo, cazuela, fregar... Y sobre todo, cocinar, el verbo fundamental de este habitante.

Sin duda, es un país fascinante, que merece la pena visitar de vez en cuando, para contemplar sus tradiciones, hacer algunas fotos... y luego, volver a nuestro cómodo sofá.

4 comentarios:

Hojadepapel dijo...

Jajaja, me ha encantado el post.

¿Qué será cocinar? No es necesario que lo sepáis. Lo importante es que conozcáis verbos como disfrutar, reinar o gobernar ;). Estos verbos van más con vuestra naturaleza de Princesas ;).

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Que post más lindo Dama, me ha encantado, desgraciadamente yo aun no puedo disfrutar con totalidad ese placer.

Beso
I

treinta dijo...

cocinar relaja sobre todo si sabes que hay alguien que va a limpiar toodo tras de ti, es un placer al que no renunciaría... un placer cortar, mezclar, saborear, oler, sentir texturas... y tener un pinche para todo lo desagradable... el resto es pura alquimia y creatividad... pero está claro que si no te gusta... amen.

Anónimo dijo...

Treinta

a mi me encanta cocinar y tengo pinche, mi bichito pela patatas, corta cebolla, pela ajos...y recoge todo lo que yo mancho mientras cocino.

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