sábado, 29 de noviembre de 2008

Clase de hogar (1): la pirámide de las tareas

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- Chicos, es importante, a la hora del planchado, hacerlo de forma cómoda y en una buena superficie. A la hora de comprar una tabla para planchar, se debe tomar en cuenta que ésta sea regulable, manejable y no muy pesada. Además, hay que fijarse que la funda sea material ignífugo: la seguridad es muy importante.
- ¿Cúal es la mejor plancha?, pregunta interesado uno.
- No nos adelantemos, ya contestaremos a eso después. De todas formas, es agradable comprobar vuestras ansias por saber. El planchado es una faceta fundamental en las tareas domésticas, y un hombre ha de saber hacerlo, como mínimo, a la perfección.

Todos miran a la profesora con atención; estaban deseando empezar este trimestre.

-En el resultado de esa labor influye de modo determinante nuestra supervisión, ¿no?, pregunta una chica.
- Por supuesto. Tan importante es trabajar bien como revisarlo concienzudamente.
- Pero... –dice otra chica, con cierto tono burlón- no será necesario estar todo el día encima del hombre indicándole cómo tiene qué hacerlo y cómo no... Porque si es así, menuda lata.
- Tienes toda la razón; hemos nacido para ser complacidas, no para vigilarlos. Pero eso no quita que aprendamos a distinguir cuando se trabaja bien y cuando no.
- Además –tercia el chico que habló primero, la supervisión de un buen planchado es sencilla: se realiza en el momento de ponerse la ropa.
- Oye, que no es tan fácil. Hay que revisar que no haya arruguitas, que los pliegues estén bien perfilados. ¡Anda que no os pone cuando nos ponemos examinadoras!

Un coro de risas estalla en la clase. La profesora espera hasta que cesa.

- Muy cierto es lo que dices –dice, y aquí se puede ver una de las bases de nuestro poder: a ellos les excita servirnos. Por ello, a veces precisan de estas escenas caseras, en las que subrayamos su adoración y nuestro dominio. Al principio de las prácticas, os parecerán estas revisiones gratuitas, y en cierto sentido, un modo erótico de pagar sus servicios; poco a poco, iréis viendo que no son sólo divertidas, si no también estimulantes y necesarias, tanto para comprobar realmente el trabajo doméstico de nuestro hombre como para afianzaros en vuestra postura. Las mujeres tenemos que aprender a ser lo que siempre fuimos: las diosas vivientes de los hombres.

Ahora hay un murmullo de aprobación en clase. Las chicas sonríen, los chicos se muestran expectantes y excitados.

- ¿Cuándo empezamos las prácticas?, pregunta la chica de antes.
- Al final de este trimestre –responde la profesora, mientras empieza a escribir en la pizarra. Cuando hayamos estudiado en clase la pirámide de las seis tareas domésticas fundamentales:

adorar
cocinar comprar
lavar limpiar planchar

- Evidentemente, estos verbos son de conjugación masculina; las formas pronominales femeninas -ella, nosotras, vosotras y ellas-, no se usan.
- ¿Hay verbos exclusivamente femeninos?, pregunta un chico.
- Así es: ordenar, supervisar y corregir.
- ¿Y comunes a ambos sexos?, interroga otra chica.
- Dos: amarse y disfrutar.
- ¡Qué asignatura tan interesante! exclama convencida.
- ¿Verdad que sí? A ver, ¿alguien podría decirme en que labores podemos subdividir “adorar”?

(sigue en Clase de hogar/2)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya me gustaría dar clases en un colegio así.

Fernanda dijo...

Ya veo que sigues como siempre, Dama, dando espléndidas ideas ;-)

Yo, por mi parte, sigo siguiéndote.


Besos,
Fernanda.

PAME dijo...

Las mujeres tenemos que aprender a ser lo que siempre fuimos: las diosas vivientes de los hombres.

amé esa frase!
*-*