viernes, 13 de junio de 2008

El hombre-plancha

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DE VIENTRE LISO Y BRAZOS BIEN TORNEADOS, el hombre-plancha gusta del vapor y el calor, y se desenvuelve a la perfección en cuartos de plancha y tardes de domingo. Se alimenta de ropa recién lavada y bebe agua destilada (a veces, ligeramente perfumada), y su dieta básica consiste en camisas, camisetas y pantalones, celebrando como un festín el planchado de trajes y ropa delicada.

Esta especie tiene su hábitat en territorios donde la hembra ejerce su poder; así, el hombre-plancha, precisa aparearse con una mujer-dominante, ya que su instinto complacedor y su sentido de la adoración le impulsan a buscar entre las hembras de su ecosistema aquellas más dispuestas a dar órdenes y recibir privilegios.

Investigaciones de campo aún no han podido determinar si es el hombre-plancha quien selecciona a la mujer u ocurre al revés; en todo caso, sus rituales de cortejo consisten en una prueba que la mujer-dominante le pone para que acredite la sinceridad de sus intenciones, de resultas que, cuanto más severa y caprichosa se muestre en el cortejo la mujer-dominante, más pronto y decididamente se ofrece el hombre-plancha.

La mujer-dominante suele estar presente durante el planchado, a veces contemplándolo como un relajante espectáculo, otras de forma despreocupada, mientras lee un libro u hojea una revista. Hay ocasiones en que la mujer-dominante se adormece en el fragante olor de la ropa, llevándole el psss psss psss intermitente del vapor de la plancha a un dulce y nebuloso sopor. Otras veces, la mujer-dominante prefiere realizar actividades fuera del hogar durante el planchado, añadiendo de este modo una secreta complacencia a tomarse un café con los amigas, ir de compras o ver una película.

Pero no todo es diversión en la vida de la mujer-dominante: ha de supervisar el trabajo del hombre-plancha, y mostrarse inflexible con las arrugas o descontenta con el ritmo de planchado. Un hombre-plancha precisa de autoridad y justamente por eso -consciente o inconscientemente- la pone a prueba, rebelándose. En tal caso, la mujer-dominante se ve compelida a imponer correctivos, proporcionados a la falta cometida: el planchado de la totalidad de la colada –sábanas y trapos de cocina incluidos-, planchar la ropa de las amigas o aplicar un número de azotes ajustados a las arrugas encontradas, harán de su hombre-plancha un servidor más eficiente y agradecido, y por ello mismo, inmensamente dichoso.






4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿De verdad hay hombres asi? ¿Donde los guardan?

Póngame uno :-D

Anónimo dijo...

Claro que hay hombres asi. A un servidor le encantaria ser un hombre - plancha, de hecho a veces plancho en la cocina, con la tele pequeña, mientras mi mujer esta viendo la tele en el salon, viendo por ejemplo Mujeres Desesperadas. Ella plancha mucho mas que yo, lo reconozco, pero un servidor no pone pegas a planchar.
Aunque en mi caso he de reconocer que no tengo la tabla de planchar que tiene en los abdominales el de la foto, hay una pequeña -o quizá grande- barriguita. Y tampoco mi mujer me impone autoridad y correctivos, que ya me gustaria y necesito para ser más "dócil". Ni me hace planchar ropa de sus amigas, que también me gustaría, en especial algún tipo de ropa delicada, ya me entiendes.
Si más que faltar hombres-plancha, que creo que sobran, pienso que faltan mujeres que nos eduquen y nos domestiquen para serlo.

La dama y su adorador dijo...

Juan (pepa):

En mi humilde opinión, y de hombre-plancha a hombre-plancha, yo creo que deberías de empezar a cambiar eso de que tu mujer plancha mucho más. No esperes que te lo diga ella, simplemente hazlo. Adelántate a sus deseos, acostúmbrate a que se acostumbre a encontrarse todo hecho. Seguro que le gusta.

Y oye ¿qué es eso de la ropa delicada de las amigas? Tch tch, si deseas ser su servidor, no deberías fantasear con esas ideas: eres suyo y sólo suyo. Sólo si te entregas a ella com-ple-ta-men-te disfrutarás de complacerla como se merece.

Saludos ;-)

Anónimo dijo...

Estimado y envidiado adorador, llevas razon en las 2 puntualizaciones que me haces. Es la diferencia entre un verdadero sumiso como tú y uno presunto como yo.
Es verdad que debería adelantarme y ser yo el que planchara. A veces he dicho que si mi mujer asumiera el papel de domesticarme estoy seguro que lo conseguiría, creo que tengo madera de sumiso, y que me falta la carpintera que me dé forma, con disciplina y castigo, como decís en un relato reciente. También es cierto que esta postura que planteo es muy cómoda por mi parte, y dejo la responsabilidad en manos de mi MUJER, pero solo reconozco la realidad, mis defectos de querer ser sumiso, pero de no ser capaz de llevar yo la iniciativa. Creo que voy siendo mas sumiso cada vez, pero es cierto que a un ritmo lento, y que si ella fuera la quue llevara la voz cantante en este tema hace tiempo que plancharia yo todo. Ella sabe de mis deseos sumiso, y no los ha querido explotar.
En relación a planchar ropas delicadas de sus amigas, reconozco que es un comentario y una fantasia poco afortunada. Pero es eso solo, una fantasia, nunca he pensado ser infiel a mi MUJER. Y estoy convencido de que si ella me diera a planchar ropa de sus amigas, no me daria esas prendas más íntimas, y que si alguna vez me las diera a planchar, sería con ella delante o incluso con sus amigas delante para controlar y disfrutar de mi reacción y si me dejaran solo sería asumiendo que iba a deleitarme, como premio por algo. Pero vamos que seguramente me haría planchar ropas comunes de las amigas.
En cualquier caso muchas gracias por tus consejos.
Juan (pepa)