sábado, 19 de julio de 2008

Compras

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Me miro al espejo y me contemplo. Miro al lado izquierdo del cristal y ahí está su reflejo. La cortina del probador no invita a la intimidad, debido a que no se cierra del todo: eso me encanta.


Él me ha echado el ojo cuando he entrado, pero su atención abarca ahora la figura de su novia -que ha salido tras la cortina-, para mostrarle cómo le queda el vestido de tirantes blanco con flores estampadas.


Le mira con deseo, con ganas de despojarle del vestido y devorarla. A la vez, es fácil percibir en su rostro la ternura y el cariño cuando ella se mira en su espejo con desaprobación, mientras se toca las nalgas y la tripa. Se dan un beso y ella regresa al interior. Él se encarga de cerrar del todo la cortina con su mano, no vaya a ser que otros vean a su chica.

De pronto, y casi por casualidad, nuestras miradas se encuentran gracias al nexo de la fina línea de aire: yo no tengo chico que me cierre el probador.

Con la mirada ya nos hemos presentado y hablado un poco de nosotros; nos hemos revelado los detalles que interesan.

Vuelvo a centrarme en mi imagen. Me quito la camiseta que llevo puesta. Debajo aparece el sujetador lila con aros que elegido para hoy; realza con picardía mis generosos pechos.

Sin embargo, siempre me he considerado un tanto exquisita y no suele gustarme que se vean los tirantes de la ropa interior cuando llevo escuetos tops de verano. Por tanto, opto por quitármelo para probarme la camiseta verde que he escogido. Se fusiona a mí, como una segunda piel: mis pezones se tornan verdosos.

Pero, dudo un tanto, porque a la vez me gusta otra blusa blanca. Me quito la primera y me pongo la segunda, abrochando los botones. Mi torso se transparenta a través de los tejidos sintéticos y mis pezones siguen luchando por aproximarse lo más que pueden al aire. ¿Cómo me quedaría con unos cuantos botones desabrochados? Uno, dos, tres... observo mi escote ¡no está nada mal! Creo que me quedo mejor con la blusa... combina con más colores... y con más situaciones.

Termino de desabrochar la camisa y me pongo el sujetador de nuevo, cerciorándome de que mis pechos quedan perfectamente colocados en sus depósitos. Sin prisas, con tranquilidad ¡es sábado! Termino de vestirme.


Salgo con la ropa y miro al frente: diría que está algo pálido y sus ojos aumentados a un 50%. Su boca entreabierta y... ¿se le cae levemente la baba? Su chica entra a la acción de nuevo, esta vez con un conjunto de traje y chaqueta negros.


Voy a la caja, donde me espera mi adorador. Cuando hemos entrado a la tienda, había una larga fila de espera; él se ha situado el último, mientras yo miraba y me probaba ropa. Me ve venir y le contagio la sonrisilla: intuye que cuando salgamos, habrá de que hablar.

2 comentarios:

Fernanda dijo...

Yo lo que suelo hacer, cuando voy a probarme ropa, es ir con ropa interior trasnparente o semitransparente. A más de uno he dejado alucinando ;-)

Por cierto, ¿no te gusta la sensación de poder que tiene una al exhibirse? Me encanta como se quedan embobados... Son momentos que me siento muy dominante, y me encanta.

La dama y su adorador dijo...

Hola Fernanda!!:

Entiendo perfectamente tus sensaciones; a mí también me gusta mucho ser admirada. Y cuando nos exhibimos, es lo que ocurre: somos deseadas y codiciadas. Me hacen sentir especial y única y eso me llena de un poder simbólico impresionante.
Con los desconocidos, queda simplemente en un juego de morboseo en el que "los utilizamos" ;)pero con la pareja es con quien realmente resulta divertido y encantador.
Primeramente porque existe la complicidad, la confianza y el amor o el cariño y segundo porque puedes exhibirte en cualquier situación o lugar, y siempre le tendrás como perrito faldero detrás tuya admirando tus cualidades de mujer.
Por cierto, muy buena tu aportación de la ropa transparente; le da un toque de intriga y morbo extra..jeje ¡que sigas disfrutando de tu exhibición! (y tu adorador también).

Saluditos.