martes, 1 de julio de 2008

El jardinero

o


-¡Ten piedad de mí, reina mía!

- Pero ¿cómo vienes ahora, di, cuando ya todos se han ido?

- Por eso; porque mi hora es la última de todas. Y vengo a preguntarte qué te queda que mandar a tu último esclavo.
- Y ¿qué quieres que te diga tan tarde, di?
- Pues hazme jardinero de tu jardín.
- ¡Jardinero de mi jardín...! ¿Te has vuelto loco?

- No... dejaré todo lo demás. Tiraré espadas y lanzas. ¡Y no me mandes a cortes lejanas, ni me pidas nuevas conquistas! ¡Yo no quiero ser más que jardinero de tu jardín!
- Y ¿qué vas a hacer, di?
- Te serviré en tus días ociosos. Tendré fresca la hierba del sendero por donde vas cada mañana, y mis flores, ansiosas de morir bajo tus pies, te los colmarán de bendiciones. Te meceré en un columpio que haré para ti entre las ramas del saptaparna, y la luna del anochecer se estremará en besar el vuelo de tu falda entre las hojas. Renovaré el aceite perfumado de la lámpara de tu alcoba. Adornaré maravillosamente tu escabel con pinturas de azafrán y sándalo...
-Y ¿qué querrás por recompensa?
- Que me dejes tener entre mis manos los capullos de loto de tus puñitos y enlazar tus muñecas con cadenas de flores; que me dejes pintar las plantas de tus pies con sangre de anshoka y quitar con mis besos el polvillo que cojan al azar...

-...Bueno; desde hoy eres jardinero de mi jardín.

Rabindranath Tagore
(traducción de Zenobia Campubrí)

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